Compañeros...

Nos hemos comido un cachetazo, uno más, sin embargo no puedo dejar de pensar en nuestra historia, y darme cuenta de que con nosotros no pudieron ni los bombardeos a la plaza de mayo, ni los fusilamientos del 56, ni 18 años de proscripción, ni la muerte temprana de Evita, ni siquiera la dictadura que nos reventó a nuestros mejores cuadros militantes, sindicales e intelectuales y tampoco pudieron con nosotros metiéndonos la peste dentro de nuestro propio movimiento. Siempre resurgimos.¿Por qué resurgimos? ¿Somos acaso sobrehumanos?.
Mi visión al respecto es simple. Es por lo que representamos. Creo firmemente que cualquier persona que sienta amor por la patria pretende que Argentina sea políticamente soberana, y cualquier persona que medianamente razone sabe que para alcanzar la soberanía política se necesita la independencia económica. Y creo aún más firmemente que cualquier persona con buenos sentimientos aspira a la justicia social. Eso es lo que representa el peronismo, y no lo representa el escudo y la marchita, lo representa la acción de las personas.
Por eso no nos rendimos, por eso “las derrotas no se nos suben a la cabeza”, por eso somos incurablemente optimistas. Cometemos errores, por supuesto, pero ya llegará el momento de la autocrítica tanto personal como colectiva. Y es por ese optimismo crónico que hoy tuve unas irrefrenables ganas de ir a la Unidad Básica... no pude por problemas familiares en Cañuelas, pero mañana martes espero pasar por la básica y encontrarla abierta y tomar unos mates con los cumpas. Queda todo por hacer.

COMO NOS DIJO EVITA “…Por eso los venceremos. Porque aunque tengan dinero, privilegios, jerarquías, poder y riquezas no podrán ser nunca fanáticos. Porque no tienen corazón. Nosotros sí. Ellos no pueden ser idealistas, porque las ideas tienen su raíz en la inteligencia, pero los ideales tienen su pedestal en el corazón. No pueden ser fanáticos porque las sombras no pueden mirarse en el espejo del sol. Frente a frente, ellos y nosotros, ellos con todas las fuerzas del mundo y nosotros con nuestro fanatismo, siempre venceremos nosotros. Tenemos que convencernos para siempre: el mundo será de los pueblos si los pueblos decidimos enardecernos en el fuego sagrado del fanatismo. Quemarnos para poder quemar, sin escuchar la sirena de los mediocres y de los imbéciles que nos hablan de prudencia. Ellos, que hablan de la dulzura y del amor, se olvidan que Cristo dijo: "¡Fuego he venido a traer sobre la tierra y que más quiero sino que arda!" Cristo nos dio un ejemplo divino de fanatismo. ¿Qué son a su lado los eternos predicadores de la mediocridad?...”

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